¿Te ha pasado que está tu pequeño jugando tranquilamente con su hermanito, cuando de repente sin ninguna razón aparente le da un manotazo? La conducta agresiva de los niños, es un comportamiento intencionado a causar un daño, bien sea físico (golpear, patadas, arañazos, empujones… a otros) o psicológico (gritos o usar palabras inadecuadas para ofender o burlarse de los demás) a otra persona.
Por más asombroso que parezca dicha conducta agresiva de los niños es parte de su desarrollo, ya que en esa etapa, aún están desarrollando sus habilidades lingüísticas, por lo que sienten la necesidad de hacerse independientes, sin embargo aún no cuentan con la capacidad de controlar sus impulsos, por lo que son muy susceptibles a reaccionar física y verbalmente.
La conducta agresiva aún cuando es parte de sus desarrollo, es un trastorno que en exceso y de no tratarse adecuadamente podría originarle problemas al niño en un futuro, y es que ante su incapacidad de controlar su ira, pueden llegar a sentirse frustrados, lo que les dificultará socializar y adaptarse plasmándose en forma de fracaso escolar causándoles sufrimiento y rechazo de los demás.
Es normal que te preocupe la conducta agresiva de tu hijo, pero eso no quiere decir que no estés desempeñando bien tu papel de padre o madre, simplemente tenemos que trabajar con su comportamiento para hacerle ver lo que está bien y mal de su actuar, enseñarle que hay diversas formas de expresar sus sentimientos más allá de los actos de agresividad.
Es muy importante, que el niño tenga y encuentre un buen modelo en sus padres, ya que los vínculos afectivos tienen gran repercusión en la vida del niño.
La familia es el modelo pilar en la actitud, disciplina, conducta y comportamiento de un niño y elemento relevante dentro del factor sociocultural. La familia, al ser el primer nido en que se desenvuelve un niño, se ve reflejada en la conducta de un niño; así un niño con conducta agresiva es solo un reflejo familiar.
Así, si los padres son exigentes con desaprobaciones y castigos constantes con agresión física o amenazas a sus hijos, estarán fomentando la conducta agresiva en sus hijos.
Los factores orgánicos de tipo hormonal, los problemas cerebrales, los estados de mala nutrición y los problemas de salud, influyen también en la conducta agresiva.
Educar a los niños no es una tarea fácil, requiere de mucho trabajo. Pero que vale la pena intentar mantener el equilibrio procurando buena comunicación entre los padres para que no ocurran errores de doble comunicación, en donde uno de los padres permite todo y el otro nada, esa actitud solo confundirá al niño y probablemente se rebelará mostrando actitud agresiva a la más mínima provocación.